Thursday, December 28, 2006

 

El viaje de Gasparetto, de Luis Durán

Gasparetto cuenta que ha hablado con la Muerte. También cuenta que la Muerte le visita, en el silencio de la noche, y espera pacientemente a su lado para acompañarle en su último viaje.

A la señora Gacella también la visitan, cada día, las cartas de sus admiradores. Pequeñas cartas que iluminan allí donde el olvido ensancha poco a poco su sombra.

La Muerte habla, los admiradores escriben cartas... Palabras fúnebres, palabras cálidas…

Palabras, palabras, palabras.

Se adivina, El viaje de Gasparetto, de Luis Durán, es un viaje al corazón de las palabras. Un viaje a esas palabras que, con su soplo, llenan los vacíos que deja la vida cuando ésta se agota o se hace insoportable; palabras mágicas, fábulas, mitos.

Palabras que subvierten la lógica y la barren. Palabras utópicas que prometen imposibles y se convierten en el último refugio de la esperanza. ¿Qué sería de la esperanza si no pudiésemos nombrarla? ¿Si no pudiésemos decirla?

En Durán, las palabras son primigenias, anteriores a las cosas. Las palabras respiran, suspiran, hechizan. Unas veces se expresan categóricamente; otras, en sigilo, deambulan buscando encarnarse de manera tímida y caprichosa en los lugares más inverosímiles: en los sueños, en las promesas, en el delirio, en el corazón de las manzanas...

Es en esos espacios donde la palabra resiste y se revela; donde fluye viva, libre, sin ser domesticada por la Razón. Es en esos espacios donde las palabras bailan y se entretejen creando relatos y cuentos mágicos.

Cuentos mágicos como el que cuenta Nora:

“Si se despoja a una manzana de su piel sin que ésta se rompa, su espiral dibuja sobre el suelo el nombre de nuestra alma gemela”.

La manzana, como los libros y los relatos, se despliega y se abre, y nos ofrece su secreto, guardado celosamente. Un secreto que sólo se revela en Mesana, la tierra de Gasparetto.

¿Por qué en Mesana?: Porque sólo allí es verdad lo que el resto del mundo niega. Porque sólo allí se espera lo que en el resto del mundo ya se ha olvidado.

Como en otros relatos de Durán, El viaje de Gasparetto dibuja una geografía de la esperanza: con sus montañas, sus llanuras, sus simas profundas y sus puentes.

Y digo geografía porque en la obra de Durán, la esperanza no sólo se expresa o se siente:

También se habita.


Sunday, December 10, 2006

 

La mirada del deseo en el comic erótico

Cojamos cualquier comic. Veremos a unos personajes interactuando, hablando entre ellos, desplazándose entre las viñetas… Estos personajes ignoran que les estamos mirando. Actúan con naturalidad porque el lector está ausente del relato: se oculta, es invisible.

La mayoría de los relatos se estructuran de esta manera. Existe, sin embargo, un género narrativo en el que esto no es así. Me refiero a los comics eróticos.

Tomemos por ejemplo a Milo Manara. En los comics de Manara, los personajes, y especialmente las mujeres, saben que les estamos mirando y reaccionan de una manera curiosa: nos miran también. Nos miran de manera directa, desnuda, provocadora. Nos miran a los ojos.

Esto sólo ocurre en este género. En los demás géneros los protagonistas nunca miran al lector. Sólo se miran entre ellos porque el lector está siempre fuera de la escena, fuera del relato.

En algunos relatos de Daniel Clowes o Adrian Tomine los personajes también nos miran, pero la función narrativa de ese efecto es diferente. Los personajes de Clowes y Tomine que miran al lector son personajes inadaptados, que están incómodos dentro del relato y reclaman al lector que les saque de la obra. Son las miradas desesperadas de unos personajes que suplican salir del mundo claustrofóbico en el que están encerrados.

En los comics eróticos la función de la mirada al lector es muy diferente: es una mirada seductora, de complicidad, que busca invitar al lector a entrar en la obra, a participar en el relato.

Son miradas que indican que el lector es, y no los personajes, el verdadero protagonista de la obra.

Existen otros recursos para visualizar este protagonismo, además de la mirada al lector. El principal es la disposición de los personajes en la viñeta. Estos se sitúan de tal manera que nada pueda escapar a la mirada del lector. Lo más importante siempre es visible; lo más relevante siempre se muestra.

En los relatos pornográficos no hay lugar para la elipsis, no hay espacio para el silencio. La composición de las viñetas se estructura de manera a privilegiar el punto de vista del lector. Los personajes se organizan de manera a facilitar la completa visión de toda la escena por parte del lector: en este sentido podemos decir que no hay más perspectiva que la del lector.

Pero sin duda, la mirada directa al lector es el recurso más llamativo en los relatos pornográficos. Pensemos en esas miradas retadoras, descaradas y lascivas que las mujeres de Manara dirigen al lector. Estas miradas revelan lo importante que el espectador es para la historia.

Las mujeres de los relatos pornográficos nos miran y callan; no dicen nada. Simplemente se percatan de nuestra presencia.

Su mirada nos descubre. Su indiferencia nos aprueba.

Las mujeres de Manara saben que el lector está allí, mirándolas. Y lo más importante: saben que no es un voyeur. En efecto, el lector no espía, no se esconde, no elude la mirada de las mujeres: la sostiene.

Al contrario que en otros géneros narrativos, el lector no está de más en la escena. No es un intruso ni un extraño. Si en otros géneros el lector se asoma a la escena, asiste a una historia y lee una serie de acontecimientos que ocurren independientemente de su presencia, en los comics eróticos los personajes desfilan y posan para él.

En los comics eróticos, los personajes ni siquiera actúan: al contrario, posan y desfilan, a veces de manera mecánica, para adaptarse a la perspectiva de quién mira, de quién lee. Existe, pues, una jerarquía de la mirada en los relatos pornográficos.

En este sentido podemos decir que el lector es imprescindible para el desenlace narrativo de los comics eróticos: sin su presencia, la obra no está completa.

Creo que en ningún otro género tiene el lector tanto poder y tanta relevancia narrativa como en el comic erótico.


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