Thursday, January 05, 2006

 

El oscuro Osamu Tezuka


MW y Adolf son ciertamente dos obras diferentes, con personajes diferentes, argumentos diferentes y desenlaces diferentes; pero tienen algo muy importante en común: el esquema narrativo. Sin embargo, lejos de ser evidente (como en los esquemas iterativos de los que hablaré en otra ocasión), entre estas dos obras de Osamu Tezuka esta similitud se camufla y se oculta.

Lo interesante de este esquema narrativo que se repite es que es profundamente taoísta; de hecho podríamos definirlo como un relato que visualiza la polaridad entre el ying y el yang.

Analicémoslo detenidamente.

En Adolf, un mismo nombre, “Adolf”, se encarna en dos personajes opuestos y complementarios: el Adolf verdugo y el Adolf víctima, el Adolf luz y el Adolf sombra.
Lo mismo ocurre en MW. Pero en esta obra, los personajes opuestos y complementarios no tienen el mismo nombre: tienen la misma cara (de hecho son gemelos) y vemos cómo se desarrolla el mismo proceso estructural: “la cara buena” se enfrenta a “la cara mala”.

Este procedimiento puede recordar a "Jekyll y Hide". Nada más lejano de la realidad. En la obra de Robert Louis Stevenson, el bien y el mal lo encarna un mismo personaje, un mismo hombre. Lo mismo ocurre en el clásico Hulk: un mismo hombre juega un doble rol y encarna alternativamente dos papeles que se enfrentan.

Sin embargo, en Tezuka, el giro es mucho más complejo y elaborado: podemos decir que es principalmente sígnico. De ahí la genialidad de maestro japonés. En Tezuka el espacio en el que conviven el bien y el mal no es un único hombre (ese sería el caso de Hulk): el espacio es el "signo que representa al hombre"; en Adolf, un nombre (Adolf) y en MW una cara (la misma cara de los dos gemelos). La operación es sencillamente magistral.

Vemos que en Tezuka, la lucha entre el bien y el mal no se realiza dentro de un mismo hombre sino dentro de lo que la cultura occidental utiliza para representarlo: la palabra y la imagen. De esta manera la aproximación del japonés no sería antropológica, ni siquiera psicológica, sino profundamente semiótica, y se imbricaría dentro de la corriente post-estructuralista de Jacques Derrida o Julia Kristeva.

El nombre Adolf contra el nombre “Adolf”. La imagen de un gemelo contra “la imagen de otro gemelo”.

Esta hipótesis barrería de manera radical la categorización de Adolf y MW como los “mangas oscuros” de Osamu Tezuka. Al contrario, la manera de representar la dualidad y la pugna entre el bien y el mal que tiene Tezuka en estas obras es profundamente esperanzadora y utópica, e invita a una reflexión sobre las estrategias de representación del hombre en la cultura moderna.

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