Friday, December 30, 2005

 

Diario de Fabrice Neaud


“Pienso que no he estado enamorado de este modo en los últimos millones de años”. Se adivina, este primer volumen del “Diario” de Fabrice Neaud es una historia de deseo.

“Hace casi un año que no le he tocado”. También es el relato de una distancia y de una espera.

Una espera y su escenografía: el retraso, el encuentro aplazado, la intermitencia de la presencia del Otro. El Otro nómada, huidizo, y finalmente ausente.

Fabrice Neaud domina el arte del ritmo narrativo, las latencias, las aceleraciones, los frenazos… y disecciona con precisión los compases de la psicología del deseo.

Diario íntimo, sincero, desnudo. Desnudo por lo que le falta. Lo que parece un prólogo no es más que la historia entera. Impaciencia, angustia, cólera, venganza, descenso a los infiernos. Y nada más.
En el “Diario”, nada más. Sólo la naturalidad del deseo… y la naturalidad del fracaso.

“Ahora me gustaría que el tiempo pasara deprisa” concluye la obra. Tras la derrota sólo queda una última espera. Que llegue el olvido y que con su arrogancia barra todo lo que del Otro queda en la memoria. Una ultima espera-nza.

Leo a Barthes: “¿Estoy enamorado? _ Sí, porque espero”

Y sigue Barthes. “Un mandarín estaba enamorado de una cortesana. Seré tuya -dijo ella- cuando hayas pasado cien noches esperándome sentado sobre un banco, en mi jardín, bajo mi ventana”.

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